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Opinión

Ernesto Tenembaum: Una caterva de hijos de puta

Milo y Jano tienen seis años, a los siete meses fueron diagnosticados con síndrome de Wiskott Aldrich, una enfermedad que se caracteriza por presentar infecciones recurrentes, eczema, y disminución del número de plaquetas en sangre que provocan mayor tendencia al sangrado. Los bebés estaban internados en la Clínica Bazterrica porque sus papás tenían una buena prepaga, sin embargo, para tratar un caso tan complejo los tuvieron que trasladar al Hospital Garrahan, porque en el sector privado no podían hacerlo. Su mamá contó que estuvieron internados mucho tiempo porque necesitaban cuidados especiales y un ambiente que los protegiera porque no podían golpearse, y como allí aprendieron a caminar el hospital les armó una habitación con pisos blandos, y explicó que no solo la infraestructura especial del hospital era excelente, sino que la extraordinaria atención de médicos y enfermeras los hizo sentir contenidos todo el tiempo. Finalmente recibieron un trasplante de médula ósea (el primero en gemelos), superaron el problema y hace cuatro años que no necesitan ser internados. Su mamá cuenta que al escuchar hablar del problema del Garrahan llora todo el tiempo. En la historia de Milo y Jano se palpa la calidad de los médicos y los enfermeros del Garrahan, pero además, se palpa la humanidad del personal del hospital que está destruyendo el Gobierno. Es decir, lo que sobresale en esta historia es que de un lado hay gente buena, que ayuda a las personas, que los contiene y que cura a sus hijos por dos mangos, mientras que del otro lado hay solo una caterva de hijos de puta.

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