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Harvard se convierte en el frente de resistencia universitaria ante la ofensiva ideológica de Trump

El presidente de la universidad, expresó ante los recortes del republicano: "Ningún Gobierno debería dictar qué puede enseñar una universidad privada, ni qué áreas de estudio o investigación se pueden perseguir".

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Harvard, Columbia, Yale, Cornell, Princeton... cada vez son más las universidades que se suman a la lista negra del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, por no ceder a sus exigencias. El republicano ha iniciado una guerra abierta que tiene a estos centros como principales objetivos de su ofensiva ideológica. Una crisis que tiene como trasfondo el genocidio que Israel está cometiendo en Gaza y que está encontrando la resistencia de una de las instituciones más prestigiosas de EEUU.

Frente a un discurso que niega la masacre que está sucediendo en la Franja, son muchos los estudiantes (estadounidenses y extranjeros) que llevan más de un año denunciando las atrocidades que Israel comete y que Estados Unidos permite. Y Trump no solo da luz verde a su homólogo, Benjamín Netanyahu, sino que intenta silenciar los movimientos estudiantiles en su país.

Bajo amenazas de recortes, Trump está tratando de imponer a las instituciones académicas una serie de exigencias que van desde una reforma de los sistemas de admisión y contratación del profesorado a la imposición de controles los contenidos de asignaturas −como las relacionadas con Oriente Próximo y la cuestión palestina−.

El presidente de EEUU ha extendido una operación que ya inició Joe Biden, basada en la vinculación de las protestas propalestinas con el terrorismo baja la falsa bandera de combatir el antisemitismo. Los más vulnerables son los estudiantes extranjeros, pues a varios de ellos se les ha detenido y revocado sus visados con el objetivo de deportarlos.

Además, la Administración de Trump ha acusado a las universidades de demostrar "pasividad ante el persistente acoso a estudiantes judíos" por permitir protestas propalestinas.  También exige eliminar los programas de diversidad o supervisar la orientación ideológica de los estudiantes extranjeros.

La mayoría de los campus, como el de Columbia –el epicentro de las protestas– se han visto obligados a doblegarse ante el presidente. Sin embargo, una minoría ha plantado cara a las demandas de Trump. Este grupo está liderado por la universidad de Harvard, que no ha callado ante la ofensiva de Trump y, por consiguiente, se ha convertido en el blanco principal de los ataques del Gobierno del republicano.

El pasado lunes, la Administración congeló 2.200 millones de dólares de fondos federales destinados a Harvard. Ante esto, el presidente de la universidad, Alan Garber, avisó de que las demandas del Gobierno "invaden libertades universitarias reconocidas desde hace mucho tiempo por la Corte Suprema".

Dos días después, el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) anunció el bloqueo de dos subvenciones de más de 2.700 millones de dólares, pues consideraba que Harvard "no es apta para recibir fondos públicos".

Igualmente, Kristi Noem, secretaria del DHS, exigió "registros detallados sobre las actividades ilegales y violentas de los titulares de visas de estudiantes extranjeros de Harvard antes del 30 de abril de 2025". De no obedecer, el campus "se enfrentará a la pérdida inmediata de la certificación del Programa de Estudiantes y Visitantes de Intercambio (SEVP)".

Noem indicó, en un escrito: "Con la ideología antiestadounidense y pro-Hamás contaminando su campus y sus aulas, la posición de Harvard como institución de educación superior de primer nivel es un lejano recuerdo".

Además, medios como CNN, The Washington Post y The New York Times anunciaron el pasado jueves que, según fuentes anónimas, el Servicio de Impuestos Internos (IRS) estaba barajando retirar a Harvard su exención de pagar impuestos.

Y por si esto fuera poco, la firmeza de Harvard ha llevado a la Administración a amenazar con recortar 1.000 millones de dólares destinados a la investigación de la salud, según informó este domingo The Wall Street Journal.

El pasado lunes, Garber sentenció, en una nota a los miembros de Harvard: "Ningún Gobierno debería dictar qué puede enseñar una universidad privada, ni a quién deben admitir o contratar, o qué áreas de estudio o investigación se pueden perseguir". El presidente de Harvard tiene claro que "la intención de la Administración no es colaborar con nosotros para abordar el antisemitismo de forma cooperativa y constructiva".

La imperturbabilidad de la renombrada universidad frente a las cada vez más hostiles medidas de Trump ha convertido a Harvard en un símbolo de resistencia ante las presiones del republicano, y ha concienciado a la sociedad del peligro que suponen las políticas del presidente para la libertad de expresión y para la educación en EEUU.

Fuente Público

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