Corrientes
Cómo impactará en la sociedad libreña la privatización de la frontera

Por Gabriel Link -
Este lunes se conoció que el Gobierno de Javier Milei pretende privatizar el Cotecar y el Centro de Frontera para crear un mega proyecto comercial en torno a nuestro Puente Internacional Agustín P. Justo-Getúlio Vargas, que, además de ponerle precio al tránsito fronterizo, incluye un complejo comercial (exento de impuestos) hotelero y gastronómico, que para los libreños significará un descomunal golpe de knockout en términos económicos, sociales y culturales.
No faltarán los amantes del "progreso", que "no la ven" porque sus vidas están arregladas, esos que hablan desde una tarima del Rotary Club, o del Club de Leones, y se presentan como "esforzados emprendedores"; muchos de ellos saldrán a defender el meganegocio en ciernes aduciendo que la cabecera del puente se verá más linda, y que "por fin "los turistas llegarán a un lugar estéticamente mejor".
Tampoco faltarán los especuladores políticos, esos que desde hace años se niegan a poner o gestionar fondos para arreglar lo que está roto; radicales que agitarán "los beneficios" infraestructurales que nos traerá este fenomenal negocio, del que ellos, seguramente, morderán alguna puntita. Tal vez ellos no lo digan, pero se lo harán decir a los cientos de medios que tienen embozados a lo largo y ancho de la provincia.
De hecho, hace menos de un año el gobernador Gustavo Valdés, el senador Eduardo "Peteco" Vischi y la probablemente candidata a intendenta, Ana Miño, llamaron a votar por Javier Milei, y a nadie extrañaría que ellos hayan sido los ideólogos de este negociado que podría poner a la ciudad de rodillas frente al poder económico, con el doble afán de doblegar al peronismo en la elección del año que viene, y a la vez lograr financiamiento para sus campañas.
Es muy probable que seamos muy poquitos los que salgamos a alzar nuestras voces para intentar evitarlo, los que miremos más allá del horizonte de lo visual, los que pensemos en los comerciantes libreños que pagan impuestos y deberán luchar desigualmente contra monstruos con exenciones impositivas instalados en las adyacencias del puente; en esas familias cuyos componentes se reparten a un lado y el otro del río Uruguay, y ahora se encontrarán con un gasto altísimo para poder visitarse; en esas personas que viven en una orilla y trabajan en la otra; en esos cientos de familias que sobreviven gracias al puente, haciendo cambio o trayendo mercaderías para revender; en esos que eligen curarse o educar a sus hijos en Uruguaiana o en los brasileños que eligen venir a estudiar en nuestra universidad. Sobran los ejemplos, se llama integración fronteriza.
El impacto económico que tendrá en nuestra ciudad un proyecto como el que busca implementar el Gobierno libertario será devastador. Si un pool de empresarios multimillonarios accede a construir una "mini ciudad" comercial en las adyacencias de la frontera es porque saben que ganarán millones de dólares al año, todos esos recursos dejarán de ingresar a nuestra ciudad, en impuestos, en ganancias de los comerciantes, empresarios hoteleros y gastronómicos, y hasta de los cambistas y "pasadores", que sobreviven en todas las fronteras del mundo.
Es necesario que se entienda bien el impacto económico; no se trata del Estado invirtiendo en infraestructura, es un grupo de empresas que vendrán a invertir un puñado de millones de dólares para luego llevarse muchísimos millones más en recursos que origina el intercambio comercial y que hoy forman parte de nuestra economía.
El puente internacional genera al año muchos millones de dólares, y buena parte de esos millones, quedan en la ciudad, las empresas de transporte hoy mueven alrededor de 1.000 camiones por día, y crean cientos de puestos de trabajo indirecto, subcontratando a otras pequeñas empresas de tráfico fronterizo, estibaje y otros menesteres; o por consumo de alimentos, por reparaciones mecánicas, acarreos y gomerías. Todo ese universo que gira alrededor de las empresas de transporte se concentrará en la empresa concesionaria, que estará habilitada para ejercer el monopolio de todas esas actividades.
Pero además del negocio del peaje y el transporte de cargas, el plan de construir un polo hotelero-gastronómico, como plantea el proyecto, amplía la capacidad de daño hacia todo el movimiento comercial de Paso de los Libres. ¿Qué pasará con nuestros hoteles, que esperan a los turistas que trae el verano como a un bálsamos que les permita redondear ingresos anuales para seguir funcionando?, ¿y los restaurantes?; ¿qué brasileño vendrá a comprar una caja de vino a Libres si junto al puente hay un mega Free shop que se los ofrece sin impuestos?; ¿quién pagará 20 o 30.000 pesos de peaje para ir a buscar salchichas, azúcar o porotos para vender en el barrio?, ¿habiendo una casa de cambio en el puente, la Gendarmería será tan permisiva con los cientos de "arbolitos" que ofrecen cambio a los turistas?
Claro que todas las contenidas en el párrafo anterior son preguntas retóricas, pues cualquiera que tenga dos dedos de frente es capaz de responderlas sin necesidad de pensar. De eso se trata la creación de un monopolio, de concentrar en uno, las ganancias que antes se repartían entre muchos.
¿De qué van a vivir esas familias libreñas que pierdan la posibilidad de ganarse la vida gracias al intercambio comercial que SIEMPRE sostuvo a buena parte de la población de nuestra ciudad, cuando a esos recursos se los lleven un grupo de multimillonarios que pusieron plata para que Milei llegara al poder?
Y ojo, el que no se sienta incluido porque no tiene un hotel, o un restaurante, o un comercio; o no sea pasador o cambista, o mecánico o gomero... que no ose creer que no lo afectará en lo personal; porque la economía de una ciudad está encadenada, mantiene un equilibrio entre sectores que se retroalimentan; cuando a un sector le falta lo siente toda la cadena, pero cuando los sectores afectados son muchos, la cadena entera tiende a hundirse.
El proyecto es inhumano, vienen a esquilmarnos, y si los libreños permitimos mansamente que este negociado siga adelante sin oponer resistencia, la ciudad se irá empobreciendo de manera inversamente proporcional al enriquecimiento de esos empresarios multimillonarios.
"Libreños a las cosas", nos gritaría hoy con furia José Ortega y Gasset. Por una vez sacudámonos la modorra y ocupémonos de lo importante, porque de concretarse este mega negocio, en poco tiempo la ciudad será otra. Un grupo de avaros viene a llevarse la parte del León de todo el movimiento de dinero que genera la aduana seca más importante de país; desde la venta de una empanada a un turista hasta el megacontrabando y el narcotráfico serán explotados por ellos; estará en nosotros, al menos, tratar de impedirlo.
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